En el día de hoy hace noventa y cinco años murió Matilde Pacheco Stewart (1854-1926). Esta mujer es recordada por algunos como la esposa del dos veces Presidente de la República José Batlle y Ordóñez (1856-1929), y por otros, es tenida como una mujer que transgredió, desde la práctica, las convenciones sociales de su propia época. Vivió en concubinato con Batlle, sin haber disuelto su matrimonio anterior con el primo de éste, Ruperto Michaelsson Batlle, quien la abandonó en más de una oportunidad junto a sus cinco hijos en común. Recién con la muerte de Michaelsson pudo legitimar su unión con Batlle. De este vínculo nacieron cinco hijos. Esta situación provocó el rechazo de las damas católicas de la alta sociedad, que consideraban el matrimonio como un lazo indisoluble.
Además de estas oposiciones por cuestiones morales y religiosas, el divorcio no era legal, por ello su unión con Batlle fue percibida por algunos como “mero concubinato autorizado”. El repudio de estos sectores hacia la pareja continuó en los albores del siglo XX, pero también en ese entonces su figura suscitó apoyos desde la fila de mujeres feministas y socialistas que tuvieron una mayor presencia pública en el país.
Sobre la trascendencia de Matilde Pacheco en su propia época, expresó la feminista y escritora española Mercedes Pinto (1883-1976), exiliada en los años veinte en Uruguay: “Yo veía en ella [...] la triunfadora sagrada de la libertad de conciencia, pregonando el reinado sublime del amor puro…”
En esta oportunidad, compartimos un retrato de Matilde Pacheco de nuestra colección fotográfica, que data de comienzos del siglo XX. En la imagen aparece con un vestido de noche -de los que se usaron durante la “belle époque”- que enfatiza sus curvas en forma de “reloj de arena”. Las mismas se exageran con el uso del corsé, que destaca el busto, achica la cintura y resalta las nalgas. Al mismo tiempo, el cuello alto y la cola, que alarga la falda, ayudan también a la exaltación de su contorno como puede percibirse en la fotografía. Complementando el vestido, el uso del cabello recogido en peinado levantado, “estilo Pompadour”, se aprecia en su arreglo personal.
Debajo de la fotografía aparece una dedicatoria “A mi querida amiga Isabel M. S. de Rolando en prenda de amistad y cariño”, lo que evidencia la costumbre de entonces de obsequiar fotografías dedicadas con el retrato del remitente como gesto de cariño, utilizado por varones y mujeres, muchas veces acompañando los mensajes escritos en cartas.