ESTÁ ES UNA HISTORIA DE UNA NIÑA QUE ACUDÍA A LOS COMEDORES ESCOLARES PORQUE EN SU CASA NO HABÍA PARA COMER, ERA EL AÑO 1986, A PESAR DE ESO A ESTOS NIÑOS SE LOS CLASIFICABA DELANTE DEL RESTO DE LOS NIÑOS.
ERA MUY DURO E INJUSTO ESE SISTEMA, PUES EL RESTO DE LOS COMPAÑEROS SABÍAN QUE "ESOS NIÑOS" QUE CONCURRÍAN AL COMEDOR LO HACÍAN POR SER POBRES.
EL COMEDOR DE LA ESCUELA NO INCLUÍA MÁS BIEN EXCLUÍA.
Impresionante carta de " la flaca Claudia"
Ojalá supiera escribir mejor.
A veces me abstengo de usar este medio porque siento que siempre hablo desde mi " yo". Cuento, relato, narro experiencias propias y voy dejando por acá pedacitos de mi historia.
Ojalá supiera algo de política. Ojalá supiera algo de sociología y psicología.
Pero en estos temas solo sé lo que me enseñó la vida.
No sé si sirve de algo lo que dejo en estos muros, pero llega un momento en que necesito hacerlo como hoy.
Y acá voy:
11 años. (1986)
Escuela pública María Noya. Serrato y General Flores. Montevideo
Maestro Ricardo de 6to año
( si algún compañero de generación lee esta historia podrá certificar veracidad)
Entrando casi en la adolescencia, una tiene esa mezcla de ingenuidad y miedo a todos los cambios y desafíos que están por delante.
Solo querés que te vaya bien, salvar las pruebas, pasar de año y que el maestro te diga " lo hiciste bien". Ser promovida al liceo.
Sentirte aceptada por tus pares. Ser parte.
Ser parte de un mundo que te deja casi a fuera, al margen, pisando la línea y sólo porque naciste pobre.
Era la flaca Claudia.
Flaca porque en casa se comía una vez al día y para mamá era un alivio que fuéramos a la escuela. Porque en la escuela nos daban la leche, el pan con dulce y el almuerzo.
Pocos sabían lo que a esta flaca le costaba el invierno. Cuesta dormir porque se siente mucho frío y cuando agarraste calorcito y por fin te dormiste ya tenes que levantarte y aún esta oscuro. Y más cuesta cuando la pansa te hace ruido y hay que lavarse la cara y los dientes y el agua fría te duele en las manos. Pero ahí salimos, envueltos en lo que tenemos, alguna campera vieja que heredamos de algún primo o ropa que levantamos en la iglesia o en la Cruz Roja. Controlar antes que los hermanos más chicos estén bien abrigados para que ellos no se enfermen. Una ya es más grande y aguanta.
Como aguanta las miradas de los que no entienden.
Siempre con buenas notas. Me encantaba la matemática y las ciencias. El maestro lo sabía y no faltaron las palabras justas que se necesitan a esa edad : lo vas a lograr!
Pero mientras la cabeza trabajaba, el estómago esperaba a la hora 10 en que sonaba el timbre y como una respuesta condicionada rugía más.
Recreo!
- Flaca jugamos a...
- No puedo. Tengo que ir a tomar la leche. Y me escapaba de mis compañeras de clase para encontrarme con otras compañeras a las que también le sonaba la pansa y recibir nuestro vaso de leche calentito y el pan. Aquello era una fiesta si además la leche tenía cocoa.
Era nuestra rutina diaria y a partir de ese momento yo les juro que revivía.
El resto de la mañana pasaba más rápido. También sabía que me tenía que apurar en los siguientes trabajos porque 15 minutos antes de la hora de salida llamaban a los niños del comedor. Los otros seguirían en clase. Pero la flaca Claudia tenía que levantar todas sus cosas antes y salir de la clase frente a la vista de todos porque los niños de la mañana teníamos que almorzar rápido así dábamos lugar a los niños que entraban de tarde. Así y todo yo lograba buenas calificaciones pero sabía de otros niños que no lograban terminar. Sentía que era injusto que nos apuraran, pero eran las reglas.
Una vez cada tanto, venía a la clase una señora que ayudaba en la cocina y decía bien fuerte: a ver los niños del comedor! Y yo me paraba al lado de mi banco. Yo sola. Era la única de la clase. Y aguantaba las miradas. Pero lo hacía porque sabía que me darían algo que había sobrado para que me llevara a casa. A veces era leche en polvo, a veces eran paquetes de polenta. Una vez me dieron una bolsa con papas. Y una compañerita que no se aguantó me dijo bajito: por qué a vos te dan papas? Porque sos pobre? Y le dije que sí. Porque somos los niños del comedor.
Yo siempre agradeceré cada vaso de leche y cada pan. Agradeceré por todo el trabajo que implica hacer ese plato de comida. Pero tengo que decir que me duele hasta la médula cuando leo o escucho que es un tema de discusión. No tienen idea de nada. Siguen siendo esos ojos que no entienden y ahora con poder de decidir si los niños reciben o no esa ayuda. Dicen que hay fijarse bien a quien se le da . O sea volver a clasificar y ponerle el cartel de pobre, como si los niños pobres no lo supiéramos. Cuando la vianda es para todos créeme que es más justo. Cuando la hora de la merienda es para todos, nos sacan el peso de las miradas que no entienden. Nos liberan de hacer una fila o salir en otro horario de clase o perderte juegos por procurar cubrir esa necesidad básica que es alimentarse. Nos liberan de clasismo y nos dejan ser niños.
Sé que todos tenemos nuestras historias duras. Si vos tenes la tuya y sabes del invierno frío y la pansa vacía no podes quedar indiferente.
Ya lo dice NTVG "con hambre no se puede pensar".
No vaya a ser que el pan que nieguen hoy sea el pan del futuro ser que el país necesite, obrero, trabajador, profesional de la educación o de la salud y hasta quizás el del médico que ayude a salvar la vida de tu hijo o nieto.
Dra Claudia Machado
Pedíatra - Neonatología
Emprendedora - Pymes
De niña: la flaca Claudia. Pobre ( según la clasificación del momento hasta con carnet y todo).
Gracias por la leche y el pan 🙏🏻🙏🏻🙏🏻
No se lo quitemos a nadie.
Que no le falte a ninguno.
Gracias Maestro Ricardo por creer en mí. Lo logramos.
Gracias a vos que reaccionas frente a lo injusto y absurdo. Venga de del color que venga.
Fuente: Facebook